26 de noviembre de 2007

The Final Beep

¿Que haré con mis fantasmas cuando cuelgo el tubo?
¿Qué con mis iras cuando tu voz se disipa?
¿Estrangular a la operadora?;
¿ahorcarme con el cable espiralado?

El corte y ocupado me parecen,
inversión psicoanalógica,
al silbido de muerte de un monitor,
cuyo canalizado agónico soy yo mismo.

Los dibujos de almanaque,
no destilan la claridad de mis versos.
La distancia es infranqueable,
el camino inobjetable.
Mi estomago se resiste a la derrota.
Los perros aúllan perdidas no halladas.

Un loco me grita azafranes, diademas, yemas,
para regalarte, mimarte, contenerte.
Licuarme de soles rojos
en tu luna de ombligo.
Jugar a los besos... tan distantes.

Estoy en tu cuarto,
en tu alcoba, en tu cama, tu armario.
Veo ciego la dulzura de tus peluches;
el color de tus cremas,
la luz de tus parafinas.
Escucho los pájaros de tu ventana,
la canción de tu walkman.
Y sueño tu piel...

Pero no puedo tocarte.
Estás al otro lado del planeta...
o del espejo...
o dentro de un agujero negro.
¿Cuál es la diferencia?

Los tiempos se acaban,
mis tiempos no son lo tuyos,
primavera de cristal,
tengo un invierno esperando mi mortaja.

Ahhy, tiempos de locos diamantes;
donde creía en la diafanidad de las arterias,
la mensurabilidad de los hemisferios,
la posibilidad de una justicia.

¿Como atraparte?

Jugar a las escondidas era más dulce.
Aunque no te encontrara,
me tocarías piedra libre.
Mi tejo nunca obtendrá Visa,
para llegar a tu cielo.
Este gallito ciego
me obliga hasta gugol.

La tarjeta,
tu tarjeta, se termina,
la operadora;
en tiempo batch,
dictó su sentencia,
el sonido de tu lengua me lacera,
y mis alas se desvanecen.

Me despierto en este infierno sudaca.
Cárcel de producción.
Y mi demonio meridiano
que te sueña.

Quizá sea Tántalo
No se la omnisciencia de que dios habré ofendido.

El hambre eterna de tener,
tenerlas, tenerla, tenerte.

Estirar la mano y...
se convierta en fuego,
en amiga...
te conviertas en agua.

Atado al árbol de la realidad,
te veo surcar mi jardín,
pececita de colores.
Y al abrir los ojos,
tan sólo una ventana espejada,
que me devuelve mi existencia material.

Creo que mi infierno reside
en mi bolsillo, bolsillo proletario.
Al menos a Diógenes le tapaban el sol.

Ay! luna.
Luna no me mientas.
Decime que ese destello oscuro,
al borde de Mare Tranquilatis
es el reflejo de sus ojos;
y no un cascarudo de metal.

Desde el vidrio te veo luna.
Contame de la fragilidad de sus manos.
De la tangibilidad de su cintura.
La frescura de su boca.
La musicalidad de su dialecto.

Pronto luna
que el tiempo se acaba,
no tengo más que decir,
el eclipse se avecina,
daño cerebral irreparable,
una golondrina parte de viaje,
llevale esta gota de sangre.


2003

10 de octubre de 2007

Pececitos de Santiago del Estero

Hay pececitos de arroyos secos,
que boquean con ojos al cielo,
esperando una gota robada.
Pececitos que nadaban lagos limpios,
algarrobos de sombra eterna.
Que salian a jugar,
a jugar con los pumas, las llamas, con el tiempo.

Pero la luna ha llorado,
la luna que ve toros,
amores silbando entre las cañas.
Vio hombres, manos de fuego,
llegar desde los llanos horizontes.

Hombres que mentían sobre una Cruz.
Hombres que pisotearon dioses y a su propio Dios.
Hombres que robaron lenguas para opacar los templos de Pachacamac.
Hombres de ojos turbios que sólo adoran a Mammon.

Pero, sólo fueron los primeros.
Vineron otros, de otros ojos, de otra lengua,
que trajeron rieles de acero inglés,
para llevarse el quebracho; el algodón y la dignidad.

Otros, a cambiar los cueros de los cepos,
vendiendo alcohol de estas propias cañas,
con su furia de Águila made in USA.

Y nadie vio la sequedad de estos valles,
nadie, que donde había bosque hoy hay desierto,
nadie, para moler el maíz de los eclipses,
que es cuando la luna llora.

Dicen que sólo ha quedado un violín,
un viejo musiquero quechua,
que sueña llevarle antenas,
libros de pantalla,
maestros dentro de una caja.

Pero no es lo que quieren los dueños de los misiles.
Ya han flagelado a tantas aldeas.
Las han tratado como a los esclavos de sus viejos campos de algodón.

Que importan los nombres.
Ellos siempre se disfrazan.

Gozaron en Auschwizt y gozan en Gaza,
gozaron en Armenia y gozan en el Turquestán,
gozaron en Gernika y gozan en Chiapas.

No, no le busques bandera,
buscale sangre en las manos,
odio en los ojos, oro en los bolsillos.

Ay, Pachamama,
que podrían hacer estos pececitos,
famélicos y olvidados de tu nombre,
mas que morirse sin haber vivido.

Ay, Inti, son tan perversos.
Los muestran como atracción de feria,
como hombres elefante,
para obligar a pagas que no han disfrutado,
para elevar un rating,
para decir quien manda.

Los pececitos saltan en los cauces de puentes rotos,
Se retuercen alrededor de su ombligo,
frente al ingenio que les ha quitado el valle.
Boquean buscando un pecho,
tan seco como ellos.

Cuando Mamaquilla mira a Santiago,
dicen los viejos quechuas,
se inundan los esteros
durante los eclipses.



2002

Ropa sucia

1. Fondo azul

No haré nada con mis aguas cristalinas.
Aguas que apenas quiebran la luz,
sólo perturbadas por inmolaciones de cucarachas.

Puedo contemplar el fondo azul,
puro y continente,
que enmarca sus contornos.

No haré nada con las cucarachas.
Dejaré que se ahoguen de soledad.
Que nada perturbe la quietud/mortaja del agua.

2. Espuma artificial

La espuma artificial tiene propósitos definidos.
Entrometerse en las manchas de tu vida.
Esconder la gravedad de tu exhalación contaminada.
Cercar de blanduras tus pesadillas.
Mentir el contorno de un pecho.

Otra era la espuma.
Líneas yodo hacia donde termina el mundo.
Espirales vórticas alrededor de tus talones.
Lluvia sobre la espalda.
Mi espuma en tu boca encarnecida.

Descansa espuma en paz.
Sólo fue un horizonte tenue como una burbuja,
girando temblorosa en paredes frágiles.
Un arco iris de una sola tarde, circunstancial,
desbordando los límites de los estanques,
para la perpetuación de espumas.

3. Medias blancas

Alguna vez allí,
donde descansa un hueco,
hubo medias blancas.
Ropa blanca de etiqueta estrenada.
Un rojo tiñendo las rocas del sacrificio.
Blandir el puñal no asegura eternidad.
Las pirámides no impiden los vientos.
Las tormentas barren las máscaras de bronce.

Ya no quedan flores en el valle.
Tan sólo la esperanza que una luna,
(dicen las viejas al tender de noche)
blanquee la desteñida mariposa bordada.

Quizá el puñal deba buscar otra víctima.


4. Toallas desteñidas

Un sol bailando de tu cintura.
La pulsera de tu tobillo izquierdo.
Vos mar, yo tierra.
Vos sol, yo montaña.
Vos vorágine, yo calma.
Un eclipse de mal augurio.

¿Porque habernos encontrado?
¿Si te gustaba el amor bajo las estrellas,
a mí la calidez de las cavernas?
¿Si te gustaba el viento de las llanuras,
a mí la paz de las hormigas?

Preceptos destronados por un baile de ombligo,
El alma evaporada por un vuelo de paneo.
Una certeza arrebatada por un himen suicida.
Conjuro entregado a una tormenta de verano.

No volveré a la magia de las olas.
Esperaré en esta roca,
un perfume de enredaderas.


5. Sábanas rotas

No sé cuál es la danza acuática.
No sé el propósito de tu vaivén de arroyos.
Si elijo un pasado de lavandina,
borraré el contorno de mis cicatrices.

Repetir en tus bahías los ritos,
aprendidos en noches de velas rojas.
Convertirte en sirena de mis naufragios.

Volver a transformarme en antorcha,
para entregarte mi piel virgen de besos.

Volver a nacer en tus fragancias,
no me quitará la mancha del pasado.
No tengo la blancura de tu sábana.

Todo depende de la transparencia de tus sueños.
Me alumbraré en el aceite de tu lámpara.
Observaré el flamear de tu túnica
Quizá decidas bautizarme.


6. Almohada transpirada

Pesadillas de gasa.
Inconveniencias de cristal.
Sueños centrifugados,
vértigos relativistas.

No sé en que mundo amaneceré.
No sé a quien hablarle de amor.
(Expresión anodina que no figura en los tratados)
Tengo perlas guardadas,
en las palmeras de los bulevares.

Les haré caso a las señoras de la propaganda.
(Quizá si mis perlas son azules,
mejoraría el color de las escaleras)
Lavaré la almohada.
Tiene sueños transpirados.
Le han crecido viudas negras.

Mejor que esté blanca.
No sea cosa que me acompañe
al otro lado de las tuberías.

7. Corolario de Coriolis

Si tirás del tapón,
¿hacia que lado gira tu remolino?
(Medida de la distancia de nuestros azulejos)

El planeta gira, sabías.
Como tu lavarropas.
Tu reloj.
Tu ventilador de techo.
Tu disco rígido.

Las ruedas de mi bicicleta.
Las fantasías de mi calesita.
Las aspas de mi molino.
Las vueltas de mis circunloquios.

He limpiado mis viejas alforjas.
Me desnudé frente al espejo
(me trajo malas noticias,
calamidades de almanaque)

Pero, soy infantil y testarudo.
Espero golpees mi puerta,
con tu valija con ropa de entrecasa.




2003

5 de octubre de 2007

Dioses Insepultos

Dioses Insepultos

La gramínea llanura,
amanece detrás del molino
viejo,
seco,
oxidado,
que sin Quijote,
guarda la paz.

La paz...

La paz arrancada
por los alambrados,
los tanques australianos,
y los ferrocarriles ingleses.

Arrojando a los dueños del suelo
al hambre del verbo.
Para no saber que significa la tierra,
olvidar los nombres de los dioses.

¿Será por eso que las laderas del Aconcagua
crujen en ciertas lunas?

¿Serán los cadáveres insepultos
de Quetzalcóatl, Itzamná y Viracocha
que exigen el sacrificio de sangre no bebida?

¿Será que nosotros,
los invasores famélicos;
traídos en los barcos,
que hemos olvidado a nuestros duendes,
escondidos en los dólmenes;
quizá aprendamos el significado
de los vientos de este humus,
negado,
también,
a nosotros mismos?

Los girasoles ordenados
como falange angélica,
pronuncian los nombres
de las hadas ranqueles.

Esta Pampa.

Esta Pampa se revela
al cortejo mortuorio
de los ñandúes exiliados.

Y le crecerán las venas,
luego del granizo.
Le subirán los arroyos
hasta que este Salado,
Fénix informe,
anuncie su estampida necesaria.

Para lavar la sangre
de los expoliados.


2005

4 de octubre de 2007

Ella escarbó la tierra.

Ella escarbó la tierra,
bajo la lluvia de sus lágrimas,
durante un cuarto menguante.

Arrojó los floreros,
rompió el retrato,
partió la laja,
y clavó las uñas,
en la tierra removida.

El paredón sur le devolvía el eco,
de su llanto
y el sonido de madera quebrada.

Lo acurrucó,
lo peinó,
le limpio la barba,
y no le importó que no oliera a Musk.

Pero él,
no le sonrió,
no le pronunció suspiros,
ni cálidos exabruptos.

Cansada de ofrecerle los pechos,
sus arrullos y su saliva,
se dio por enterada de su muerte,
y se abrió las venas con el crucifijo.


2001

Final feliz

Final feliz

Me gustan los deslices
con finales felices.
Sin dragones,
ni pelotones,
Sirenas con espada
o brujas de mermelada.

No, la vida no rima,
con un vestido de tenue gasa;
mejor un siete bravo.

Ahora es diferente.

Chicas de uniforme
te clarkean los temores,
te overlockean los sueños,
te bypassean el cansancio.

Los principes están devaluados.
Tanto mejor.
Que vengan las teleprincesas
que no tejen bufandas.

No estamos solos,
parece,
para darle cuerda a los relojes.
Porque ya es hora
de agendar el pasado.


2007

27 de agosto de 2007

Quilmes

"¡My God!,¿ what have we done?"
Colonel, Paul Tibbets


No, pibe, es tarde.
No te podés quejar ahora,
que sentís el semen caliente en tu recto.

El respeto viene un poco antes.

Acaso ya no sentías esa presión de pija
cuando viajabas al yugo
de cada mañana.

Pero claro.
Desde los tiempos de “Los Teritos”,
hasta la lectoescritura psicogenética.
Estuvieron ellos.
Controlando.
En su panóptico implacable.

La escarapelita. “Oid, mortales”.
La banderita “Alta en el cielo”.
El ejército “reserva moral de la patria”.

Y ese señor, con cara de orto,
adalid de los próceres que masacraron al Paraguay.
Hermana república, claro, después,
de haberse doblegado a la Reina Madre,
de no haberle quedado varón capaz de levantar una piedra.

Y este señor, reverendo hijo de puta,
tiene un día en el calendario: Día del maestro.
El mismo que cuando Pinocho,
masacró a la hermana Chile.
El mismo en que los servicios secretos,
dejaron que unas torres se viniesen abajo.

Los Quilmes.
Esos sí son ejemplo.

No se quisieron arrodillar
al sádico español.
(Bah, el sádico de turno).
Ese que no estaba para labrar la tierra,
ni allá ni acá.
Prefigura del clásico corrupto americano.

Y los Quilmes que no se entregaron.
No aceptaron la derrota.

Milquinientos kilómetros a pie
desde Santiago hasta Buenos Aires.
A morir,
extinguirse en la reserva.

Wichis, Tobas, Querandíes,
Collas, Mapuches, Comechingones.
Nada. Nada. Nada.
Sólo la fatiga de una muerte,
una genomuerte anunciada.

Pero, bueno.
Comprate una birrita.
Y mirá como el almanaque
se llena de fechas raras:
11-M, 11-M, 7-S.

Otros Wichis.
De otras tierras,
De ojos azules, algunos.
Otros peones sacrificables
para defender las figuras mayores.

Creo que faltan algunas fechitas.
6-Au, cuando Litle Boy acarició Hiroshima.
26-Ap, un díscolo reactor en Chernobil.

Las fechitas, en que tantos sudamericanos
dejaron de tener identidad.
“Por algo habrá sido”.

Y Bertold,
que ignoro, si como buen alemán, bebía cerveza,
que sigue diciéndonos:
“Ya es tarde golpean a mi puerta”.

Pero yo,
que no tengo ni un solo genoma de esta gloriosa estirpe,
lloro desde hace 500 años.
Pero más, desde la traición,
luego que la cabeza del rey rodó en la canasta.

Pero tomate una birrita.
Fumate un porrito.
Poné a Susana Gimenez.
Cogete una pendeja cartonera.


Quilmes, el sabor del encuentro.



2005

La puta de Cardenal

Y hablaron de la puta,
Le asignaron un indicio fundamental.
Un puesto en el margen de las reglas.
Figura en todos los diccionarios
jeroglíficos, ideográficos o alfabéticos.
Bien denotado,
para restar connotaciones.

Es que, de por sí,
puta,
contamina toda lexia.
Confunde los campos seménticos.
Los desiertos de labios.
Las sabanas de guasca.

Pero, puta, ¿por qué?

Claro,
aún recuerdo mis tiempos en que veneraba el manto azul de María,
por no haber libado olido gustado el acre y dulce gusto de una concha.

Tiempos, claro,
en que solía irme al baño alivarme de una flatulenxcsiaaahhh.
Que ignoraba el (fingido) gesto de dolor de un esfínter de ninfa penetrado.
Que no sabía porque recórcholis (¡Oh, caramba!) se reían a mis espaldas.

Pero la puta, claro.
La puta tuvo, alguna vez,
cálculo matemático puro,
esperanzas blancas,
pastito de reyes,
zapatitos de cristal,
un poster pegado en la pared.

Un rato antes, creo
que esa botella de cerveza
que el gordo rancio amenaza con meterle en la vagina.

Incluso él,
sucio como el riachuelo,
le dice, “Ppputttta.

Ella, cosas del oficio, le sonríe
y en un juego muscular de aducción y abducción,
le sopla un pedo de vagina,
inundando el aire de estrógenos,
sólo para que el alcohol no le haga olvidar a que había venido.
Brusca deducción.

Decirle, puta. ¿Por qué?
Tan sencillo.
Me lo enseñaron junto con el himno.
Porque hace,
esas cosas,
por dinero.

Fue allí,
unas 14 veredas antes de este ahora-ya,
que descubrí la razón de mis hemorroides.

Yo también me dejo romper el culo,
todos los santos días (amén) por plata.

Por unos sucios rostros,
bajo la cabeza y esbozo una sonrisa
cuando me siento sobre la dura sija
que el patrón me tiene asignada en la pocilgina.

No sólo eso.
No, solo, eso.

Yo, he permitido la prostitución de mi hija.
He dejado que mi hija venda su cuerpo,
eufemizado como fuerza laboral,
a cambio de unas monedas.

Para que coma, se bañe, tome el colectivo,
espero que hacer el amor
(porque las hijas no cogen, hacen el amor)
y esté otra vez, mañana, pasado, el lunes, el martes
conformando el futuro,
de quien se queda con el sudor de su frente.

Es cierto,
¿puedo decirlo en mi juicio de descargo?
Yo no le regalé El origen de la riqueza de las naciones.

Yo sólo le di origen.
Pero no luché lo suficiente.

No hace falta estallar una cabina contra las ventanas del City.
Dejar el pecho asmático, cansado y perforado en una selva boliviana.
Ni tener un gran sueño.

De todas maneras te volarán los zapatos, el pecho y la cabeza.

Pero la puta me sonríe y hoy estoy muy caliente.
Le voy a dejar unos ped/sos
que gané con mi tortura de artritis,
mi cristalino esclerosado y mi culo roto.
Y es inútil.
Ya es muy tarde

Haré mucho menos que Cardenal.
Escribiré un poema,

por el cual no iré preso.

2005

23 de agosto de 2007

Ciprés

A tu sombra vendré un día,
en una cómoda caja,
que habrá sido savia como tú.

Y me entregaré a tus quietos pies,
que me llevarán a la torreta de tus ramas,
para sentir el viento sobre mis disueltos líquidos,
y al fin,
podré conversar con los pájaros.

2001

22 de agosto de 2007

sin titulo

No susciten el General en ustedes,
sean la Pantera Rosa,
amense como la avispa y la orquídea.
Deleuze – Guatarri (Rizoma)



los nabos de cabo a rabo
universalizan la especie para domesticar la furia
caminan con sus culos de botella buscando
la palabra nunca evidenciada

vaya heliotropos licantropos
ponerse de acuerdo en obedecer el sol
y morir despedazados en plenilunio
baya cobaya azucar mimetica
no se mueva la tenemos hidrolizada

los idolos eran mas buenos
era decir para alla
ellos siempre se encontraban
tocarle el cencerro
el rayo nos quemo
parece fue mejor
no era preguntar cual padre
sino para que un padre.

preguntas indefinidas
que han encavado las luces

entono pregunta
si porto una remera de einstein
supondrán que conozco las pulstars
y si me comporto con una ramera
modulo afirmacion
tenues tensiones distintas pulsiones

rocinante sabia mas que yo por supuesto
fue el primero que salio con vida
su ariete contra el sur de la torre
el viento en su armadura
cosa morosa parece
cabalgar el viento como ariete
contra la torre sur
quijano un profeta

lo sabia maltus
para muchos basta un general
la sabiduria no da derecho de permanencia
convencer al vecino de la inquina del vecino
regalarle un puñal recien templado

entre heroe y genocida no hay diferencia matematica
los supieron hitler stalin truman lo sabe bush
siempre es necesario encontrar una lusitania
sangre que huele a aceite de dinosaurios

en cualquier aldea los hombres intercambian las hembras
julia discute del padre con judith
sylvia le escribe a su daddy

artaud se arto de los sentidos
benjamin no cruzo los pirineos
sirven trufas en el savoy
juegan al monopoly
nosotros con los lexemas
los hutus buscan bonos de comida
mandela antes que nos morfemos los diamantes
lucy no tiene cielo
se acabaron las frutillas


no poder leer un libro por falta de fetiche
es distinto a la ceguera de edipo
aunque no haya hogueras de arte degenerado
quedamos en el anverso de alguna hoja riemann
infinitas secuelas de un modo pi

disueltos en la marea
dispersos en la barbarie
sin titulo alguno


2005
(versión sin diacríticos, si hay alguno es error de tipeo)

Gala Dalí observada por hombres de Magritte



Los hombres a través de la ventana,
la tarde fresca,
la ventana gris,
colores primarios,
cielo de bandera argentina.

Y te siento allí,
sentada de vos,
vos frente a vos,
contando las perlas,
saliéndote para buscarme.

Una palabra cayó sobre la alfombra,
recorrió los pisos de la habitación,
hacia la cocina, el baño,
golpeó contra la columna de mi mármol,
y salió al sol del patio.

Y los hombres, jetros, perfectos,
que miran a través de la ventana,
un mundo de corbatas planchadas.

Y les das la espalda.

Tu espalda de valles transitados,
sólo por las caricias de los versos de los poetas.
Luego, todo mío, aunque lejana.

Me pincharé el dedo con la rueca,
a la hora del ángelus,
que es cuando tu rostro es más blanco,
más luminoso y más lejano.

Entraré a mi cuarto lúgubre, oscuro, sombrío.
Donde las miradas de los hombres,
no horadan desde la ventana.
Y dormiré mi amor sin tiempo.

Ellos no saben de mi amor,
de mi letra ensimismada,
de mi espera inútil,
de tu camisa,
tu pelo
y tus manos cruzadas.

Mañana te irás.
Te escribiré cada día un poema.
Ellos creen en las despedidas,
yo en la eternidad.

Perecerán los puentes,
del óxido de mis lágrimas.
Cuando yo soy feliz,
sólo con nombrarte.

Esos hombres de sombreros mágicos,
creen en la sangre de los orfanatos,
pero no saben de mi sangre,
resucitada, regurgitada, agitada,
a la hora del ángelus,
por tu boca ajena.

Quizá me compre una camisa,
del mismo color de tus ojos,
para colgarla de espejo y nombrarte.

Te irás y no lo lamento.
Te irás a volar entre los incineradores,
a nadar sobre las vías del subte,
a sonreírle a la vaca de la ruta nueve.

Y yo te amaré.
Te pintaré sobre la pared del desván,
desplegaré tu blanco sobre mi cuaderno,
le daré la forma caprichosa de un poema.

Y lo recitaré al viento,
para beneplácito de los hombres,
que miran absortos por la ventana.

Ellos, hablarán de la belleza de las palabras.
Porque, ellos, no saben, en realidad,
que yo sólo hablo de tu belleza,
que entra algunas tardes,
cuando levantas los ojos,
sólo... solamente para mirarme.


2001

PD: Jetro: Hombre de traje o boncha de jetra.

Una la

Una la

Women is the nigger of the world.
(John Winston Ono Lennon)

Ella, Eva, María, la culpable.
Digo, eso dijo, el jovato,
que vino de arriba con un broli firmado por el diretó.
Pero yo el garfio no lo ví.
Mucha soldadura alógena, vea.

Culpa de madera.
De manzana, de zarza, de olivos.
El serrucho dejado por una luz.
Y ella allí.
Llorar al crío.

Culpa de piedra.
Pies ligeros acabando con el honor.
Silencio señó que la yegua está montando versos alejandrinos.
y la Ifi dando vientos.

Culpa republicana.
La Lucre, la pura, la bol... la intacta.
Esta, la que no envenena,
ni cuida las artes.
Y el bruto ese, bah.

Culpa roja.
Uno, que vino de vasijas.
Y la pequeña vagina romana
conquistó la furia.
Ma no te preocupei:
fuel verso del alfil.

Culpa culta.
Hypatia, bonita y sabia.
Pagan Baby
Escándalo a la sinrazón.
Quemen sus papiros con ella.
Sólo un libro.
(Todavía matamos por cual)

Culpa campesina.
Asadito a la Juana.
Buena idea.
Otra que se la creyó.
Hombres necios.

Culpa diferente.
Hocus Pocus.
Salem con fritas.

Culpa llana.
María pensaba en el que no tenía brain.
Virtud por vida,
rechazo por el que dirán.
Ma sí, dejalo que se haga el pajonal.

Culpa punzó.
Moño rojo sin brea.
Isidora baila refalosa.
Camila paga las Alianzas.

Culpa rubia.
Mis grasitas,
¿Podrian decirme donde está mi cuerpo?
Don´t cry for my, Madonna.

You, Daddy, bastard.
Haceme lugar debajo de tu zapato.
Boys don´t cry, Brandon, hacete hombre.

2007