15 de mayo de 2008

Caramelo

Miércoles

El envoltorio no disipa tu dulzura.
No te puedo ver, pero te puedo imaginar.
Ya te he gustado
(desplazamiento de sentidos)
en otras latitudes, cinturas, encajes y bibliotecas.
Mi lengua ha conocido otros ácidos, dulzuras y mieles.

Esperaré hasta el momento adecuado,
aunque nunca llegue,
pero la expectativa es señal de vida.

Esperaré para gustarte, chuparte, saborearte, morderte, licuarte.
Dejemos ya a Girondo
Aún no,
primero mis yemas
sobre las leyendas de tu envoltura.

Jueves

Ese plato vacío es señal de una ausencia.
He resistido los vendavales.
(Vendavales espejismo desde mi vientre, mi piel y mi tiempo)

Para que me muestres tu frescos colores.
Es probable sí, que el hambre me haga disfrutarte mejor.
Casi siento rebalsar mi saliva por las comisuras.

Los cuchillos descansan,
por fin,
de mi furia.
para no ser enterrado fuera del pueblo,
en un sepulcro sin nombre.

Entra un rayo de sol,
mis labios se relamen de tu dulzura.

Viernes

Aunque te multipliques mil veces.
Sólo te quiero de una.
Están tan llenos las carameleras de los quioscos,
como los burdeles de prostitutas.
Romperé el cristal de tu contorno,
con la punta de mi lengua,
única forma de tener la fruta.
Flotan mis medias cansadas.
Quisiera estar rozando otro algodón.

Sábado

He regalado un clon.
Castigo de mal compañero.
Antígona no conoció a Himeneo,
su amor no llegó a amante,
la seda destinada a su boda,
rondó su cuello.
Su primo se atravesó las costillas,
la besó de su sangre.
La única que conoció el Tálamo.
Mi clon es de otro azúcar,
por suerte no conoce de estirpes.
Se abren las puertas,
te sigo guardando cerca del corazón.

Sábado

Un mensaje compite con tu textura de limón.
Un número oculta la transmutación del pan.
Una luz no oculta la sensación de celda.

Mi mano golpeando la rabia,
el hambre golpeando a la puerta.
El caramelo sobre la mesa.
Libros de esperanza.
Que Zaratrusta se calle,
no me importa si Dios ha muerto.
Quiero un pasaje de avión.

Domingo

Un ataque de ansiedad,
relojes que marchan,
campanillas que no suenan,
otro café
hipotensión, hipoglucemia, hipoacusia,
complejo de hipocampo.

Ah, al fin, empacho de caramelos,
que viajan por el espacio,
descienden por el palo de la esquina,
que se enroscan, marean, suben por el rulo del teléfono.
Túnel del tiempo,
escuchar dos palabras luego de dos décadas.
Tanta espera anquilosa los oídos.

Una tacita de manzanilla, ron y miel,
para que Fausto firme,
entregue su sangre sin polémicas
con un lacre de caramelo.

Lunes

Es tanto el despelote.
Tanta la disipación de mis neuronas.
Tanto los calambres de mis músculos.
Tantas las horas desbordadas de mi agenda.
Tantas las contradicciones de mi boca.

Falta tanto para tenerte.
Es probable que Arcor quiebre.
No sé si mis huesos soporten.

Dulce caramelo,
¿porque señal de Venus,
no puedo encontrarte?.
Quizá, te haya sorbido en sueños.

2003