2 de agosto de 2009

Yo estaba confundido.

Farfullé improperios a los mosquitos,
que habían arponeado mi espalda.

Puse la trampera para la rata,
que me había mordido el pulgar derecho.

Haché el arbusto de ajíes puta parió,
que me habían ardido los labios.

Maldije a las estrellas,
por haberse enturbiado en mi retina.

Yo estaba confundido.

Fue aquella primera noche,
que escondido bajo cobijas,
no tuve las dunas de tu espalda.


2004

1 de agosto de 2009

El problema es tener amigos

Y los amigos,
como los rios,
terminan defluando mares.

Yo, por ejemplo,
tomaba mate y sopa de zapallo.
Tenía frío y no me sobraban monedas.
Pero esa amiga estaba allí.

A veces, como los volcanes,
las venas exbroptan truendes,
y los amigos siedran la buerta
em suabe silensio de bantuflas.

Yo tenía una rayuela llena de gatos
que se colgó, sin aviso,
de un cometa rumbo a Limuria.

Como decir entonces
de los participios partidos
la circunstancia de un adverbio
la quietud de un verbo
la vaciedad de un nombre.

Quise llorar las cenizas de los pájaros,
pero ni pude montar aquel viejo parapente que colgaba detras del espejo junto a esas florcitas de sintético por encima de la canilla.

Es cierto.
Los panqueques nunca saberán lo mismo.

5 DE OCTUBRE DE 2008 20:02

Después del naufragio

I

Después del naufragio,
unas fotos felices flotando en el aceite.

Después del beso,
el cuello adusto y el alma incontinente.

Después de la llaga,
la escara, la granulación, la costra,
la piel al sol, para volver al fuego.

Después del adiós,
el polvo sobre las horas secas de un diario interrumpido.

Después de la calma,
la tormenta, mi aliento, tu espuma, el cielo.

Después de la traición,
candados oxidados que guardan recuerdos de vómitos,
las palomas libres sin nido.

Después de la angustia,
la mañana que ilumina un patio con rocíos secos.

Después de la locura,
el exilio, el valle tierno,
para otra pasión,
nueva locura.

Después de la aurora,
redes viejas de peces muertos,
mejor ver el mar,
a través de tus piernas.


II

Después de cortar la soga de mi muerte,
hallarte para respirar.

Después de respirar,
tus ojos, tu piel, tu boca, para agonizar.
Después de agonizar
tu calma, tu sábana, tus pechos para beber.

Después de beber,
tu boca, tu ombligo, tu mitad,
para volver a arder.

Después de arder,
el baño de tu mar, tu caballo de nube, te toca mover.

Después de mover,
tu abrazo de piel dextrógira y una mentira.

Después de mentir,
el vacío de las cortinas que preguntan de mi venir.

Después de venir,
a caer en este abismo de mi piel,
el deseo de volver a morir.

Después de morir en tu vientre,
volver a nacer nuevas venas para cortar.

2001