20 de septiembre de 2009

Infantil

La miro por el aujero de la tasa de pimceles
oy se vino con dos colitas con gomitas violetas
casicasi le digo que es mui linda
Para mi que la seño lo sabe
dijo que mi casita de corasones era ermosa

Uy otra ves me mira y me mira
me mira con eso ojos asules
mi cara esta caliente como una paba
y mas colorada que sus colitas

Le pido la goma y se rie
le falta un diente
me dice que no me la empresta mas
Le regalo el corason

Sapatiya de goma el que no se escondio se enbroma
punto y coma
apollo mi cara en mis brazos pa verla
ella si que dibuja lindo
a mi me tienbla la mano por culpa deya
me da miedo que se de cuenta
Me muerdo la luenga

Uf que calor que hace
La seño ablo de un problema
el numero 3 no es par creo
estoi mordiendo el lapis
su dientes
menos el que le falta
son grandes y parejos
como sus pecas
y sus pocitos de reir

Me dicen que estoi bobo
porque lescrivo bersitos

Me cacho tocaron el timbre
aora que yostaba tam bien
Ufa me boi triste
muy triste
no se que sera
espero que maniana no falte

Un dia le boi a pedi que sea mi nobia
para que las tardes dejen de ser tan orribles


2009

Vampiro

A la triste figura de una niña esperando un cliente

Soy un vampiro sin alas.
Crezco en la noche rugosa.
De sábanas frías, ácidas.
Soñando muertes de gelatina.

Se arrastran en mi los perros perversos.
Pidiendo clemencia, clamando anarquía.
Mientras lamen sus garras de festines.
Envidia de albedrío.

Tengo la sangre seca de cobardías.
El vientre hinchado de golondrinas célibes.
El pecho roído de temores hediondos.
Los muslos dilatados de ausencias.

Los lobos aúllan en busca de mis huesos.
Las hienas ríen de mi monotonía congelada.
La luna y las nubes se esparcen en gemidos.
Cuando mi cabeza destila autovenenos.

Miro los techos poseídos por los gatos.
Que se burlan en sus escorzos lascivos.
La caída de un espejo cronado.
No hay lagrimas de odio ni espanto.

No quiero comer de tu sangre vendida;
con vuelto de látex.
Quisiera mas bien abrigar tu piel morena;
para derrotar los caminos.

La vidriera me encandila neones soeces,
tu ojo azabache, inocencia alquilada,
me invita a no amarte, no quererte,
Hada de alas negras y cintura troquelada.

Si pudiera comprarte con un verso,
sin peculio ni proteínas.
Podría darte un beso de imberbe,
tras el humo de un café....

1999

¿Y que del borde de tu espalda?

¿Y que del borde de tu espalda?

¿Qué sustancia sostiene la insostenible
levedad de tus ojos melancólicos?

Remembranzas.
Recuerdos de un futuro
no acaecido.
Espátulas de cuadros
descascarados.

La vorágine incontenible
de tus labios húmedos.
La sublime viscosidad
de un alma en espera.
Morder tu espalda,
¿me dará un mapa de abejas?

Soñar con tu aliento corriéndose
por mi oído,
apenas, creo,
una diadema de una escala de piano.

Si la yema que sostiene el bolígrafo
se deslizara por tu escápula!

No hay tinta indeleble
que manche la comisura de mi ansiedad.

Sólo suponer que la blancura
de este papel sea bendecida
por un beso de tu boca,
una caricia de tus pechos...
una gota de tu orgasmo.



(inconcluso)
2004

13 de septiembre de 2009

Hordas

Escucho los perros rondar,
nos huelen desde sus patrulleros.
Fácil de indentificar
vómitos de estómagos vacíos,
Fácil de reprimir,
locos, viejos, famélicos.
Están preparando los colmillos,
para despedazarnos otra vez.

Escucho a los cerdos chillar,
se filtran de nuevo en nuestro salario,
Aunque se disfracen se les nota el rabo.
Han copado los gabinetes, las rutas, las avenidas.
Han comprado las librerias, las ideas, las ondas.
No han robado el agua, la luz y las alas.

Pero vienen por más.
Quieren a nuestros hijos,
les gustan sus manitas, su pelo y sus ojos,
harán buenos números con sus higados y riñones.

Se han apostado en las esquinas,
vendiendo felicidad sintética,
donde las cámaras los ven.
Pero los perros son ciegos.

¿Para que me sirve la memoria?

Otra vez, los corrales están cercados.
Los carneros guiñan los ojos a las guadañas.
Vuelvo a sentir sus discursos.
Volverán a aceitar las parrillas.

¿Cuantas tumbas vacías habrá esta vez?

2001

Avioncitos de Juguete

Viste, ¡que cosa!, los avioncitos.
Vos que los arrojabas con tu mano de hierro.

Vos que inventaste los bombarderos sobre Nicaragua.
Vos que soltaste a Baby Child desde el Enola Gay
Vos que asolaste el Mekong de Napalm.
Vos que volaste sobre la Plaza de Mayo.
Vos que probaste puntería en el Palacio de la Moneda.

¿Qué no fuiste vos?
¿De quien creés que hablo?
Tenés razón,
no fuiste vos.

Quien alumbraste de terror a Guernica,
Ensombreciste el mediodía de Londres,
Quien llenó de Tora Tora tu Puerto de Perlas

Vos, gendarme no invocado,
estás probando de tu veneno,
veneno que no saludo.
No podrás en las cenizas de Kabul,
secar tus propias lágrimas inocentes,
de los escombros de tus Twin Towers.

2001

Abriría la puerta azul

1. Obertura

Abriría la puerta azul,
la que me lleve a tus caminos
circulares, limpios y amarillos.

Pero temo abrir la puerta,
me quedaré aquí,
viéndote en tu pecera,
regalándome burbujas.


2. Opus 54231

A veces,
sólo de no verte,
se me incendian las magnolias;
me arrinconan las telarañas.

Leo los epígrafes,
donde los pianistas;
han dibujados fantasías,
con sonido a ojos en espera,
que arrastran la certeza de tu nombre.

Entonces abriría la puerta azul,
me abalanzaría al encuentro de tus pies,
retorcería tus tarsos en mis húmeros,
para impedir tu vuelo.

Porque sé de la levedad,
de tu espalda infinita.

Oquedad muerta,
son tus pasos lo que me aligeran;
inventados de zapatillas,
en la ignorancia total de tus muslos.

3. Interludio

Entonces me paro frente a los espejos,
y busco justificaciones.

Los locos,
se sabe,
buscamos justificaciones;
para asesinar a los fantasmas blancos.

Los locos,
se sabe,
morimos en las tardes,
de olvidos confabulados.

4. Finale sin brio

Entonces, para no morir,
cierro la puerta,
apoyo suave el oído debajo del bronce;
escucho tu voz,
tu respiración,
y me miento un rato.

Me miento.
A que no es el bronce,
sino la insignia egipcia de tu esternón.

A que no es tu voz,
sino mi oído acurrucado,
escuchando tus palpitaciones.

A que no es la distancia,
sino tu mano pronada,
enredada en mis canas.

Y me muerdo los labios,
para recuperar la cordura,
Respiro profundo,
para atemperar mis comisuras.
Cuento hasta gugol,
para retener mis lágrimas.

Ahí es cuando ensayo un cascarrillo,
escribo una comedia,
doy tres brincos.

Que se me ha caído la nariz.

Aprieto el picaporte con mis vértebras,
giro sobre mi piel sin abandonar la pared,
me paro frente a tus ventanas,
empaño tus vidrios.

Dejo en el cristal la marca,
que nunca tendrá tu boca.

Borro...
trato de borrar,
las palabras insensatas,
los sueños de azucenas,
con mis mangas desabrochadas.

Y te veo, imponente,
como a los tiburones de los acuarios;
para recibir tu sonrisa,
y ahogarme de tus burbujas.


2002