10 de octubre de 2007

Pececitos de Santiago del Estero

Hay pececitos de arroyos secos,
que boquean con ojos al cielo,
esperando una gota robada.
Pececitos que nadaban lagos limpios,
algarrobos de sombra eterna.
Que salian a jugar,
a jugar con los pumas, las llamas, con el tiempo.

Pero la luna ha llorado,
la luna que ve toros,
amores silbando entre las cañas.
Vio hombres, manos de fuego,
llegar desde los llanos horizontes.

Hombres que mentían sobre una Cruz.
Hombres que pisotearon dioses y a su propio Dios.
Hombres que robaron lenguas para opacar los templos de Pachacamac.
Hombres de ojos turbios que sólo adoran a Mammon.

Pero, sólo fueron los primeros.
Vineron otros, de otros ojos, de otra lengua,
que trajeron rieles de acero inglés,
para llevarse el quebracho; el algodón y la dignidad.

Otros, a cambiar los cueros de los cepos,
vendiendo alcohol de estas propias cañas,
con su furia de Águila made in USA.

Y nadie vio la sequedad de estos valles,
nadie, que donde había bosque hoy hay desierto,
nadie, para moler el maíz de los eclipses,
que es cuando la luna llora.

Dicen que sólo ha quedado un violín,
un viejo musiquero quechua,
que sueña llevarle antenas,
libros de pantalla,
maestros dentro de una caja.

Pero no es lo que quieren los dueños de los misiles.
Ya han flagelado a tantas aldeas.
Las han tratado como a los esclavos de sus viejos campos de algodón.

Que importan los nombres.
Ellos siempre se disfrazan.

Gozaron en Auschwizt y gozan en Gaza,
gozaron en Armenia y gozan en el Turquestán,
gozaron en Gernika y gozan en Chiapas.

No, no le busques bandera,
buscale sangre en las manos,
odio en los ojos, oro en los bolsillos.

Ay, Pachamama,
que podrían hacer estos pececitos,
famélicos y olvidados de tu nombre,
mas que morirse sin haber vivido.

Ay, Inti, son tan perversos.
Los muestran como atracción de feria,
como hombres elefante,
para obligar a pagas que no han disfrutado,
para elevar un rating,
para decir quien manda.

Los pececitos saltan en los cauces de puentes rotos,
Se retuercen alrededor de su ombligo,
frente al ingenio que les ha quitado el valle.
Boquean buscando un pecho,
tan seco como ellos.

Cuando Mamaquilla mira a Santiago,
dicen los viejos quechuas,
se inundan los esteros
durante los eclipses.



2002

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