26 de octubre de 2008

Tren perdido

Estuve, casi, por subir al tren,
las cadenas apenas se movían,
pero temí manchar mis zapatos
con los vacíos de un reloj,
y arrancó llevándose mis sueños.

Estuve, casi, por gozar de la vida.
Ella tenía una vulva batiente,
y su ritmo de vapor encendido.
Mucho vértigo.
Y se marchó llevándoseme dos hijos.

No puedo quejarme...
o sí, puedo, pero no debo,
los durmientes fueron mis huesos.

Quizá la noche
que siempre se apiada
traiga de regreso
un cuarto de mis genes
y pueda abrazarlos.


2008

No hay comentarios: