20 de noviembre de 2008

¿Dónde estás?

¿Dónde estás?

¡Estoy tan impaciente, Nena, de conocerte!
Mis manos juegan mariposas de humo hueco.
Mis ojos cavilan la estrechez de pasarelas inertes.
Mis oídos se llenan de rockandblues que adormecen lágrimas.
Mi boca besa estatuas de sal, a falta de tu medusa.

Camino largas veredas de chocolate.
Contando las juntas de baldosas grises.
Mientras el reloj sigue corriendo.

Y yo,
Envejecido de Arco Iris,
esperándote.

No te conozco.
¿O sí?
No sé.
¿Existirás?
Princesa de luz.
¿O solo insisto en imágenes muertas?

Quizá estés,
guardada en una cripta de cemento,
inundada de mares de tinta,
abordada de papeles mentidos,
gastando los ojos en teorías absurdas,
esperándome.
Y yo, sin conocerte.

O colgada de nubes de colores,
navegando tules,
volando bosquejos,
soplando burbujas de genio,
con el regazo vacío.
Y yo, sin dibujarte.

Puede que nunca haya escuchado tu voz,
soplando orgasmos sin destino,
o estén mis oídos habituados a tu timbre,
comprendiéndome,
aconsejándome,
peleándome.
Y yo, sin escucharte.

Quizá estés tan cerca mío,
que respires mi aliento,
en lo cotidiano de la lucha urbana,
o tan lejos
que sólo la luna puede vernos juntos.

Trepando trenes,
triturando trigales,
bebiendo arroyos.
Y yo,
en este pozo,
esperando estar en tu aljibe.

Puede que te escondas en el insondable infinito,
hablando un lenguaje que no es el mío
o mirándome tibiamente,
sólo desde ahí,
Rozándonos pulloveres en pasillos,
andenes,
colectivos.

Y yo,
perdido en rutas sin brújula,
esperando hallar tu mapa.

Ahora que estoy sólo y vacío.
Me pregunto si tu piel me será ajena o conocida,
si tus pasos son lejanos
o el color de tus manos conocido.

Quizá creas que no necesito nada,
escondido en mi dolorosa coraza de tortuga.
Pero, en verdad,
me seco sin piel de mujer.
Goteándome las comisuras
al ignoto perfume de tu pelo.
Imaginándote llegar
para regalarme el sabor de tus frutos.

¿Dónde estás?, Muñeca de cristal.
Encandilame con la luz de tus ojos,
arrullame con la armonía de tu respiro,
reptame con los pliegues de piel,
emborrachame con la esencia de tu flor.

Ya trabajé, buscando pan
y encontré hambre.
Ya estudié, buscando conocimiento
y encontré ignorancia.
Ya lloré buscando desahogo
y encontré más lágrimas.
Ya busqué tus pasos amanecidos
y encontré más noche.

¡Hola, hola!
¿Me escuchás?, Descanso de cielo.
Borrame del libro del olvido,
con tus cascabeles de risa.
Ayudame a trepar escalera armónicas,
con tus brazos de tiza.
Devolveme una esperanza de imberbe,
con tu reloj de arena mojada.
Rescatame de muertes cotidianas,
con tu lujuria de Venus.

Sea como sea, el segundo tiempo comenzó,
te conozca o no,
debo jugarlo solo,
deberás saber que te busco,
ansiosamente.

Para sumergirme mansamente en tu mar,
y sucumbir plácidamente en tus cuencos.



1997

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