9 de noviembre de 2008

Escondido de luna

Estoy aquí escondido en esta piedra blanca,
no sé cuanto que huí de mis cielos,
a esta carne derruida.
Fue quizá al descubrir mis venas vacías.

Pero no me oculté de tu sombra,
por designio natural,
pues yo te di sustancia,
te di follaje, te di savia.

Yo, aquí, delirante y escrupuloso,
soñador y medroso
en esta luna de ajenjo,
entre cometas, lobos, hadas y sibilas.

Creo que subí con una vieja bicicleta,
robada en alguna plaza,
no vi nubes, duendes, ni soles,
sólo mi corazón seco de soledad.

Aún tengo el pertinaz perfume indeleble,
de tus pañales en mis yemas,
¡Ay!.
¡No pude vivir tu primer sangre,
ni tu vestido de gasa!

Soy un viejo rey,
despojado de reinos,
que no encandila las pestañas,
de su princesita de cajitas lilas.

¿Cómo será que es mejor mirar
la descascarada ruina de la pared
que los ojos vencidos de tu padre?

No vayas al desierto, en busca de sol,
ni al mar, en busca de sal,
no persigas a un perro herido,
que hasta Dios lloró de decepción.

No hay cueva donde cobijar el hielo,
ni llanura donde gritar el olvido.
No hay libro que me explique,
ni precepto que me justifique,
no habrá cielo que me abrace,
ni infierno que me alcance.

Soy tu papá honrado,
tu papá tonto,
estoy aquí y ahora,
para tu dicha o tu escarnio,
para amar o reclamar.

Puedo volver a esta clausura,
con barba crecida
y baba caída de exilio,
buscando dulzuras perimidas,
en páginas deprimidas de fotos sepia,
colgado de esta luna de queso de cuentos interrumpidos

Después, ¿quién sabe?,
Quizá no haya respuesta.

Aunque busques mi aliento en los espejos de los circos,
mis huellas en las grietas de las porcelanas,
mis huesos en la cola de los cometas,
mi alma en los templos del Himalaya.


2000

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