18 de noviembre de 2008

Papelito arrugado

1)
Hojas al viento / Arboles marcados / espigas de sol
Hojas de viento / suspiro de partida / cintura corva
Hojas con viento / mejilla de mejilla / beso de adios
Hojas so viento / camafeo guarda perlas / crujen los ojos

2)
Ruido de papel muerto / número que ingresa al pasado
textura de piel al olvido / estrujé las líneas paralelas
vuela tu nombre al ocaso / rumiaré tu gusto a celulosa
acto absurdo / besar la primer letra de tu nombre

3)
Vaya uno a saber de que batalla estábamos hablando.
No figuraba en ningún mapa.
Si hubo copia no sería registrada por nota alguna.
Una que otra falsía cruzaba las naves.
Un arquero alzó la mano para capturar la paloma mensajera.
La verdad estaba plasmada en el código prefijado.
Signo, permutación, clave, traslación, transcripción.
Los puentes transitados.
Y el enemigo que cubría las falanges en ojo de pez.

Horror de derrota.
Despliegue de consigna.
Bandera blanca.
Levantar los ojos.
Entregar el pecho.
Un bronce que danza percusiones.
Advertencia, recurso, amenaza no escuchadas.
Se quiebran los sueños,
la historia se desvanece de siglos,
a quien le importa.
El papel reconstruye el mensaje.
A quien le importa Waterloo
si ella lo ama.

4)

Existió alguna vez el fuego,
que daba testimonio de la luz.
Hubo tambien hogueras,
para consumar la noche.

Yo sólo recuerdo los incineradores
que soplaban sus humos vespertinos.
Ovejas grises que cabalgaban las antenas,
con ritmo, de saldos y sumas,
algún envoltorio de muñeca
industria nacional,
alguna que otra mayonesa.

No es de esos papeles a los que me refiero,
montañas de bosques holocaustizados
en el cemento de Palermo.

Sino,
sólo a una de esas diminutas motas de polvo,
que se posaban en los nidos de los álamos de Bulnes y Las Heras,
que correspondía a una carta,
desechada,
arrugada
con un final anodino:
te amo.

2000

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