24 de noviembre de 2008

Un beso en medio de la tormenta

Cuando te beso,
rebeldías olvidadas me surcan la frente.
Es tu boca remanso y vórtice,
para mi espalda enardecida.

Cuanto mejor sería quedarme aquí,
sólo a mirarte a los ojos,
pero,
nos ha declarado la guerra.

Afuera cíclopes ciegos,
arrojan noches de entrega,
despedazándonos el futuro.

Arrollan con su caballería
en las plazas,
y decapitan ancianos
en la cola de un banco.

Pero
he tenido tus pechos esta mañana,
endulzándome los labios,
refrescándome los ojos;
y me han puesto de pie.

Y porque creo en tu piel,
en nuestros infinitos desayunos;
es que debo salir a pelear,
por esta tierra arrasada.

Ellos,
no tienen quien los ame.
Sólo conocen hembras,
putarracas de escritorio.

No saben del perfume
de una axila,
ni la mirada de un hijo
que les sonría.

Son tus rodillas abiertas,
una invitación al paraíso,
un cenit de nuestros susurros,
una justificación de la vida.

Lástima,
ese empeño que tienen,
en burlar nuestra libertad y expresión,
robándonos y saqueándonos con decretos,
allanándonos con nuevos golpes.

Y te digo,
amor,
esto ahora,
que estoy partiendo
hacia la Pirámide,
con los brazos cansados de lucha.

Cuida a mi hijo,
salgo por él,
que quizá no vuelva esta noche.


2000

No hay comentarios: